Inesperado por el fondo y la forma, el Atlético desnudó al Real Madrid en tres lances similares y en los que primó el acierto de los rojiblancos. Saúl, el viejo Saúl que siempre respondió y al que ya no se esperaba, realizó un gran partido y dos centros suaves, tocados, limpios, acabaron en gol de cabeza. Morata se impuso esta vez a sus demonios y remató claro, sin ofuscación, igual de limpio. Griezmann hizo el otro gol que dejó en pañales a la defensa del Madrid, Alaba y Rudiger, sin presencia por el centro, y los laterales Lucas y Fran García sin cerrar los centros laterales.
Alaba. Se comió los dos goles de Morata, uno a la espalda, el otro por precipitarse. Tampoco atinó con los saques de esquina y las faltas. No fue su noche.
Morata. Hizo lo que se le pide. Rematar a puerta, no complicarse la vida, tener serenidad y claridad en el área. Dos goles fabulosos.
Bellingham. Su potencia y técnica no decidieron esta vez. Mostró carácter y competitividad. Lo intentó. Siempre suma.
Hermoso. Representa los aprietos de su equipo para sacar el balón desde atrás. Limitaciones por alto. Muchas dudas.
Kroos. Interpretó el juego con propiedad, movió a su equipo, logró un gol repleto de calidad. El mejor de su equipo.
Saúl. Potente, agresivo en el corte y decisivo en ataque. Ocupó mucho campo. Dos pases magníficos de gol, suaves y bien dirigidos.
Rodrygo. Fue incisivo por la izquierda, giró el juego hacia su regate, provocó el cambio de Nahuel Molina.
Samuel Lino. Velocidad para desbordar e inteligencia para combinar. Buscó huecos, puso buenos centros, superó a Lucas Vázquez.
Fran García. Carencias en defensa, sin tapar su banda ni ayudar a los centrales. Perdido en los balones altos.
Griezmann. Aclara todas las jugadas, aporta calidad y sacrificio, marcó en un buen cabezazo. Es el jugador distinto en un equipo metálico.
Koke. Regreso sin pena ni gloria, mucho trabajo, poco brillo. Dificultad para sacar limpio el balón.