Los republicanos han elevado a un nuevo diputado como su candidato para presidir la Cámara de Representantes de EE.UU., descabezada desde la semana pasada por la expulsión de su anterior líder, Kevin McCarthy. Se trata de Jim Jordan, representante de Ohio, un diputado del ala más conservadora del partido, aliado íntimo de Donald Trump, que ganó la candidatura tras imponerse en una votación a puerta cerrada el viernes por la tarde.
Su victoria, sin embargo, está muy lejos de asegurarle que tiene suficientes apoyos como para ganar la presidencia de laCámara Baja en una votación de su pleno y mantiene a los republicanos instalados en el caos y en la división.
Jordan era uno de los dos candidatos que se presentaron para suceder a McCarthy en el cargo de ‘speaker’, presidente de la Cámara de Representantes, una posición de la máxima relevancia en la primera potencia mundial (es el segundo en la línea de sucesión al presidente de EE.UU.). Aquel día se impuso su rival, Steve Scalise, por 113 votos, frente a 99 votos de Jordan.
Pero Scalise comprobó al día siguiente que la bancada republicano no se unió en torno a su figura, sino que profundizó en las peleas intestinas que maniatan al partido desde hace meses. La mayoría republicana es tan escasa en la Cámara de Representantes que cualquier aspirante al puesto de ‘speaker’ solo se puede permitir cuatro defecciones en sus filas. Scalise sabía que habría muchas más: algunos diputados dijeron que solo votarían a Jordan, otros dijeron que esto era un castigo injusto a McCarthy -fue expulsado por un grupo rebelde de diputados extremistas- y que votarían al anterior presidente, otros apostaron por encontrar en Donald Trump un candidato de unidad… Scalise decidió abandonar su candidatura y el proceso volvió al punto de partida.
Un único rival
Jordan volvió a presentarse al cargo y solo tuvo como rival a Austin Scott, un diputado moderado, que defendió que se sumó a la carrera porque los republicanos «no están haciendo las cosas bien».
Jordan ganó con un margen algo mayor que el de Scalise -124 votos, por 81 de Scott- pero en un contexto que no permite mucho optimismo sobre su capacidad de conseguir 217 votos republicanos en un pleno, el mínimo necesaria para alcanzar el mazo del ‘speaker’. Los republicanos organizaron una votación posterior para sondear cuántos diputados apoyarían a Jordan en el pleno y el número fue muy insuficiente: 152 a favor, 55 en contra y una abstención.
Ese resultado es una invitación a pensar que el vodevil republicano, que se inició el enero pasado con la elección de McCarthy, a quien los extremistas cercanos a Trump le humillaron con quince votaciones y la extracción de muchas cesiones, está muy lejos de acabarse.
La bancada republicana volverá a reunirse el lunes, con la posibilidad de que se cite a una votación del pleno esa misma noche, si creen que Jordan logra convencer a sus colegas.
Tendrá todo el fin de semana para doblar voluntades. Algunos de sus compañeros acusaron al equipo de Jordan de hacerlo de forma chantajista, con amenazas de apoyar a otros candidatos en primarias en sus distritos si no apoyaban al nuevo candidato. No es un buen primer paso para conseguir la unidad entre los republicanos.