Albacete
El Cid de los grandes tiempos y un extraordinario Emilio de Justo pinchan lujosas faenas a una premiada corrida de La Quinta, en la que ambos debieron marcharse a hombros

Sólo los que escriben a mano echan borrones. Sin teclados ni programas que corrijan palabras ni el verbo del toreo. Con la pureza de las yemas, con las muñecas rotas. A mano. Qué bonito suena. Y qué extraño… Querido Bruno, siempre nos quedarán los …
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