El Papa Francisco ha enviado un segundo mensaje a Marruecos tras el terremoto en Marrakech del pasado viernes. El sábado hizo llegar un telegrama de solidaridad y este domingo ha aprovechado su primera intervención pública para solicitar «la ayuda concreta de todos para sostener a la población en este momento trágico».
«¡Estamos cerca del pueblo de Marruecos!», ha clamado desde la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano, durante el rezo del ángelus. «Rezo por los heridos, por aquellos que han perdido la vida – ¡muchos! – y por sus familiares. Doy las gracias por su dedicación a los rescatistas y a quienes están trabajando para aliviar el sufrimiento de las personas», ha añadido. Y antes de concluir ha subrayado que «la ayuda concreta de todos puede sostener a la población en este momento trágico».
Francisco, que se mantiene constantemente informado sobre la situación, tiene presente que las tareas de las primeras 48 horas tras el terremoto son decisivas para localizar supervivientes y atender a los heridos. La situación es especialmente crítica en zonas rurales de los alrededores de Marrakech, en los que residen al menos 300 mil personas.
En el telegrama de este sábado, el Papa ya había manifestado su solidaridad con «quienes lloran la pérdida de sus seres queridos y de su hogar» y enviado un mensaje de cercanía «a las autoridades civiles y a los servicios de socorro».
#OremosJuntos por el querido pueblo de Marruecos, golpeado por un terremoto devastador, por los heridos, por los que han perdido la vida y por sus familiares. Doy gracias a los socorristas y a todos los que trabajan para aliviar el sufrimiento de la gente.
— Papa Francisco (@Pontifex_es) September 10, 2023
Beatificada una familia que escondió a judios
Por otro lado, durante el ángelus, Francisco ha recordado la inédita beatificación celebrada este domingo por la mañana en Polonia, en la ciudad de Markowa. Ha sido una novedad absoluta, pues por primera vez ha sido elevada a los altares una familia al completo. En la ceremonia ha sido declarada mártir la familia Ulma, formada por los cónyuges Wittoria y Jozef, y sus siete hijos.
«Toda esta familia fue exterminada por los nazis el 24 de marzo de 1944, por haber dado refugio a algunos judíos perseguidos. Se opusieron con amor evangélico al odio y a la violencia que caracterizaban aquella época. Que esta familia polaca, que representó un rayo de luz en las tinieblas de la II Guerra Mundial, sea un modelo para todos en nuestro deseo de bien y en el servicio a los necesitados», ha dicho el Papa.
Los Ulma fueron ejecutados por soldados nazis junto a los ocho judíos que desde hacía un año y medio escondían en su casa, como escarmiento para el resto de la población. En 1995, el Yad Vashem de Jerusalén los había declarado «Justos de las Naciones». El Vaticano los ha reconocido como «mártires», pues se trata de personas inocentes asesinadas a causa de un gesto heroico de caridad.
«En pocos minutos los asesinaron a todos. Primero a los ocho judíos y luego a los Ulma, al padre, a la madre, a los seis niños y a un bebé, quizá nacido por el shock. Ellos fueron asesinados por ser cristianos», explica Manuela Tulli, autora del libro «Los Ulma, la familia mártir que ayudó a los judíos». «Los nazis conocían su fe, sabían que antepusieron sus ideas religiosas a la prohibición de esconder a judíos. Y los asesinaron con odio satánico, mataron incluso a los niños», añade.
Mártir un bebe de pocas horas por un «bautismo de sangre»
El bebé de los Ulma, de pocas horas, del que no se conoce ni el nombre ni el sexo, se ha convertido este domingo en el mártir más joven de la Iglesia católica. Cuando exhumaron los cuerpos, descubrieron que había nacido prematuramente durante la ejecución, probablemente a causa del shock de su madre, y que sus padres no tuvieron ni siquiera el tiempo de bautizarlo.
El cardenal Marcello Semeraro, prefecto vaticano de la Congregación para las Causas de los Santos, responsable de juzgar este caso, lo considera un caso de «bautismo de sangre», y aclara que «con el martirio de sus padres, recibió el bautismo de sangre» y dio la vida junto al resto de su familia. El curioso proceso de beatificación para demostrar la heroicidad «comunitaria» de una misma familia comenzó en el año 2003, y el Papa Francisco decidió hace unos meses aprobar el decreto de martirio.
Más allá del gesto heroico final de los Ulma, Manuela Tulli subraya que las fotos y los testimonios de quienes los conocieron reflejan la vida de «una familia ordinaria, con la madre que trabajaba en casa, el papá que iba al campo y era un apasionado de la fotografía, y los niños que eran ruidosos. Cuando llamaron a la puerta ocho judíos que necesitaban ayuda porque los nazis los estaban persiguiendo, decidieron ayudarles y no darles la espalda». «No son superhéroes, son personas sencillas que, en el lugar en el que están, en la condición en la que viven, hacen cosas extraordinarias», concluye.
Durante el ángelus, el Papa ha solicitado un aplauso para esta familia de mártires y ha propuesto imitarles «contraponiendo la fuerza de las armas con la de la caridad, la retórica de la violencia con la tenacidad de la oración». «Hagámoslo sobre todo por tantos países que sufren la guerra y de manera especial, intensifiquemos nuestras oraciones por la atormentada Ucrania, que está sufriendo muchísimo», ha añadido.
Antes de marcharse, también ha mencionado que este 12 de septiembre Etiopía celebra su Año Nuevo, y ha deseado «reconciliación fraterna y paz» para este país; y ha recordado que se cumplen mil años de la consagración de la espectacular abadía del Mont-Saint-Michel, en Normandía.