(CNN) — Ucrania abrió un nuevo frente en su batalla por expulsar al invasor ruso, esta vez en Rusia. Pero es extrañamente tímida a la hora de admitir que ha enviado tropas, disparado artillería y volado drones en el territorio de su vecino.
Las operaciones de ciudadanos rusos que llevan identificación militar ucraniana, visten uniformes ucranianos y atacan desde Ucrania siguen siendo oficialmente opacas. Es la contribución de Kyiv a lo que se ha dado en llamar “guerra híbrida” en la “zona gris” del conflicto contemporáneo.
Los dos términos dieron lugar a libros y un tsunami de opiniones de un ejército de expertos cuando Rusia invadió Ucrania por primera vez en 2014.
Por aquel entonces, aparecieron en Crimea “hombrecillos verdes” vestidos con peculiares uniformes bicolores de cazadores deportivos y atuendos militares rusos.
Cuando se sugirió que tal vez, solo tal vez, estos hombres eran en realidad soldados rusos, Vladimir Putin bromeó: “Se puede ir a una tienda y comprar cualquier tipo de uniforme”.
La versión oficial de Moscú fue que los hombres que izaron la bandera rusa sobre Simferopol e irrumpieron en el parlamento local de Crimea eran “unidades de autodefensa” de ucranianos prorrusos deseosos de someter su territorio al dominio de Moscú.
Para cuando Moscú admitió que sus tropas estaban de hecho en Ucrania, una gran parte de la antigua nación soviética de 14 años estaba bajo el control de Putin.
Ahora, a pequeña escala, Ucrania está adaptando esas mismas tácticas para intentar conseguir un efecto estratégico.
El Cuerpo de Voluntarios Rusos y la Legión de Libertad para Rusia —que dependen de la estructura de Inteligencia de Defensa de Ucrania— han estado realizando breves incursiones transfronterizas en Rusia.
¿Su principal objetivo? La desestabilización.
Aunque la terminología y los métodos hayan evolucionado, la táctica no tiene nada de nuevo. Aparte de Rusia, los regímenes del apartheid sudafricano utilizaron técnicas similares durante las décadas de 1970 y 1980, atacando a los estados fronterizos de Angola, Zambia, Zimbabue y Mozambique.
Pretoria envió tropas en incursiones transfronterizas para desestabilizar a las naciones africanas independientes opuestas a su régimen racista. A menudo se hacían pasar por combatientes de liberación locales en los clásicos ataques de “falsa bandera” contra civiles, intentando minar el apoyo a los movimientos de liberación.
Con frecuencia, estos grupos estaban formados por combatientes de Angola o Zimbabue, para añadir “autenticidad” a las atrocidades que esperaban atribuir a otros.
El objetivo a largo plazo —y muchas veces, el resultado— era mantener en permanente desequilibrio a las naciones que apoyaban la lucha de liberación interna de Sudáfrica.
La reacción en Rusia
En Ucrania, a Kyiv le conviene que los rusos invadan Rusia en su nombre.
Los resultados tácticos pueden ser limitados. Breves incursiones en pequeños pueblos fronterizos. Pero se consigue el efecto deseado de desestabilización en Rusia.
La televisión local se ha llenado de informes aterrorizados de periodistas locales sobre los ataques de artillería contra ciudades rusas.
El gobernador de Belgorod —la región más afectada por la última campaña ucraniana— ha evacuado a cientos de civiles, ha mantenido contacto telefónico personal con Putin y ya ha recibido un premio al valor por sus esfuerzos.
Mientras tanto, la Legión Libertad para Rusia publica anuncios en su canal de Telegram para que pilotos de drones se unan a sus filas.
Puede, o no, estar detrás del creciente número de ataques con aviones no tripulados que han golpeado el territorio ruso, desde el Kremlin y los suburbios de Moscú favorecidos por los aliados de Putin, a las ciudades de Kursk, Smelensk y Krasnador.
El objetivo es hacer que los ataques dentro de Rusia parezcan tener un importante sabor ruso, para sugerir que más rusos están escuchando el “grito de libertad” de los disidentes y uniéndose a un esfuerzo interno para derrocar a Putin.
Tanto el Cuerpo Ruso de Voluntarios como la Legión Libertad para Rusia afirman tener seguidores en su país de origen.
Puede que así sea. Alguien desplegó la bandera azul y blanca del movimiento opositor ruso sobre Moscú la semana pasada. Alguien ayuda volando, o entrenando, drones sobre objetivos rusos.
En lo que respecta a Ucrania, cuanto más piensen los rusos que sus compatriotas están implicados en atacar al régimen ruso, mejor. La duda en sí misma es desestabilizadora.
A juzgar por la retórica procedente de Rusia, está funcionando.
En la apertura de una reunión con su Consejo de Seguridad el viernes, Putin dijo que hay que impedir que los “malintencionados” desestabilicen Rusia.
Dijo que el Consejo se centraría en garantizar la seguridad política interna, teniendo en cuenta la intensificación de los esfuerzos del enemigo “para agitar la situación dentro de la Federación Rusa”.
“Debemos hacer todos los esfuerzos posibles para no permitirles hacerlo bajo ninguna circunstancia”, añadió Putin.
La guerra en casa
Ucrania no podría pedir mayor aliado en esta estrategia que Yezgeny Prigozhin, el vocal líder del grupo mercenario ruso Wagner.
“Wagner PMC quiere al menos un mes de recuperación, ya que ha sido un trabajo duro, un año duro (…). Y luego vendrán las próximas refriegas, creo, esta vez muy probablemente en territorio ruso”, declaró tras las incursiones y ataques con drones contra Rusia.
Como un bono extra para Kyiv, Prigozhin arremetió contra la cúpula militar rusa. La cadena de mando rusa estaba “controlada por payasos que solo tratan a los hombres como carne de cañón”, dijo, y añadió: “entonces no formaremos parte de esta cadena”.
Sobre los ataques con drones a Moscú la semana pasada, dijo a los generales rusos: “Animales apestosos, ¿qué están están? ¡Son unos cerdos! Levanten el c****de los despachos en los que los han puesto para defender este país”.
Dmitri Medvédev, estrecho aliado de Putin, se mostró igualmente conmocionado por el alcance de la guerra en Rusia. Reaccionó con algo cercano a la histeria.
“Está claro qué respuesta se necesita: hay que aniquilarlos, no solo a título personal, sino destruirlos en el propio avispero. El régimen que se ha desarrollado en Ucrania debe ser exterminado”, dijo Medvédev.
Puede sonar como un nazi, pero lo cierto es que sus palabras contenían siniestros ecos del genocida Holodomor de la década de 1930, cuando bajo el régimen de la Unión Soviética se calcula que tres millones de ucranianos murieron deliberadamente de hambre, se erradicó a los agricultores de clase media y se prohibió la lengua ucraniana.
Pero puede que estas fulminaciones no impresionen a los rusos de a pie.
El gobernador de Belgorod afirma que decenas de ataques alcanzaron distritos fronterizos dentro de Rusia durante el último día.
En un larga publicación en su canal de Telegram, Vyacheslav Gladkov dijo que gran parte del fuego entrante era artillería y morteros contra los distritos fronterizos. Añadió que se habían producido daños en carreteras, propiedades y vehículos, y que 12 personas habían resultado heridas en 24 horas en la ciudad fronteriza de Shebekino.
Una mujer que habló con un canal prorruso de Telegram dijo que Shebekino estaba “en llamas, las batallas allí continúan”, y añadió: “Hemos huido de la ciudad”.
“Hay muy pocos de los nuestros allí. Los días anteriores, con todos los bombardeos, casi no hubo respuesta, ni militares (rusos). Nos quedamos solos”, dijo la mujer no identificada. CNN no ha podido verificar su versión de los hechos.
Pero sus opiniones podrían extenderse. Y la respuesta de Rusia a la campaña en su territorio puede desestabilizar su campaña militar en Ucrania y, con ella, la política interna.