Nota del editor: “Llamado a la Tierra” es una serie editorial de CNN comprometida con informar sobre los retos medioambientales a los que se enfrenta nuestro planeta, junto con las soluciones. La iniciativa Perpetual Planet, de Rolex, se asoció con CNN para crear conciencia y la educación en torno a cuestiones clave de sostenibilidad y para inspirar acciones positivas.
(CNN) — Una cría pequeña saca unas de sus patas delantera de la bolsa de su madre, y luego hace lo mismo con la cabeza . Dave White, cuidador del Zoológico de Chester, Inglaterra, señala a la madre encaramada a una rama y sonríe orgulloso. Ha estado observando el desarrollo de la cría de canguro arborícola desde que nació con el tamaño de una gominola, primero siguiendo su crecimiento con una cámara endoscópica colocada en el interior de la bolsa y, ahora, viéndola emerger a sus siete meses.
White ha establecido una estrecha relación con la cría y su madre, visitándolos y alimentándolos cada día. Es el primer nacimiento de un canguro arborícola de Goodfellow que presencia y, de hecho, la primera vez en los 91 años de historia del Zoológico de Chester que se cría esta especie. White afirma que el nacimiento es un signo de esperanza para esta especie en peligro de extinción, amenazada por la caza y la pérdida de hábitat en su Papúa Nueva Guinea natal.
El bebé se suma a una población de animales cautivos, y podría proporcionar datos cruciales sobre la especie y su proceso reproductivo para ayudar a brindar información a los esfuerzos de protección en la naturaleza, dice: “Esta cría pequeña, diminuta, puede contribuir significativamente a la conservación”
La cría es solo uno de una serie de raros nacimientos a los que el Zoológico de Chester ha dado la bienvenida en los últimos ocho meses. También han nacido gemelos de tigre de Sumatra, un chimpancé occidental, un tapir malayo, un rinoceronte unicornio mayor y un trío de crías de fosa. Todas estas especies están amenazadas de extinción.
En un momento en que el mundo se enfrenta a una crisis de biodiversidad y las extinciones se aceleran a un ritmo sin precedentes, los zoológicos podrían ayudar a proteger las especies amenazadas. La misión principal del zoo de Chester es “evitar la extinción”, y esas palabras están estampadas en las camisetas del personal y en carteles por todo el recinto. En 2021, publicó un plan maestro de 10 años en el que exponía sus métodos para lograrlo, entre los que se incluyen la investigación científica y la educación, la restauración de hábitats y su renombrado programa de cría para la conservación.
“El mundo está perdiendo especies a un ritmo vertiginoso”, afirma Mark Brayshaw, conservador de mamíferos del zoo. “Es realmente importante que salvemos especies siempre que podamos”.
Reproduciendo esperanza
Brayshaw explica que el programa de cría tiene diversas finalidades. Algunas especies se crían temporalmente en cautividad para protegerlas de amenazas inminentes o para darles una ventaja antes de reintroducirlas en la naturaleza. Otras veces el objetivo es preservar una especie ya extinguida en estado salvaje o al borde de la extinción, mientras que algunas especies amenazadas se crían para ayudar a mantener una población viable que podría liberarse en estado salvaje si se eliminaran las amenazas en sus hábitats nativos.
Otros zoológicos también tienen programas de cría para la conservación, pero Chester está considerado líder mundial gracias en parte a su laboratorio de endocrinología de fauna salvaje, el único de este tipo en un zoológico de Europa. En él, los científicos rastrean las hormonas de una especie analizando sus heces.
“Para algo como el canguro arborícola, tomamos muestras (fecales) todos los días”, explica Katie Edwards, principal científica conservacionista del zoo de Chester. “Haremos (análisis) más o menos una vez al mes para poder medir las hormonas reproductivas de nuestra hembra, y eso nos ayuda a entender cuándo es más probable que esté lista para reproducirse”.
Los niveles hormonales indican cuándo una hembra empieza a desarrollar un huevo y cuándo es probable que ovule. Edwards y su equipo combinan estas pruebas con las señales visuales y de comportamiento observadas por los cuidadores y reúnen al macho y la hembra en el momento óptimo para la reproducción.
El laboratorio de Chester despierta interés en otros lugares. Otros zoológicos del Reino Unido y Europa envían muestras fecales de animales para tomar decisiones sobre la cría o diagnosticar embarazos, y el zoo de Chester también colabora para reproducir su técnica endocrinológica en Kenya con el fin de ayudar a su conservación en la naturaleza.
Edwards señala que la unión hace la fuerza. “Si podemos recoger muestras de nuestros canguros arborícolas aquí, pero también de otros ejemplares en toda Europa, podremos aprender mucho más sobre la especie”, afirma. “Cuanto más podamos entender sobre la biología de las especies, mejores condiciones podremos ofrecer para que los individuos y las especies puedan prosperar tanto en el cuidado humano como también a mayor escala de conservación”.
Zoológicos vs. naturaleza
La cría para la conservación en zoológicos puede ser un tema espinoso. Los críticos creen que criar animales para un futuro en cautividad es cruel, ya que muchos de estos individuos nunca volverán a ser salvajes porque sus hábitos naturales están demasiado degradados. También ha habido investigaciones que sugieren que los programas de cría pueden provocar a veces cambios genéticos que pueden afectar a la capacidad de una especie para sobrevivir en la naturaleza.
Sin embargo, otros sostienen que los zoológicos bien gestionados implican al público en la conservación al mostrar las maravillas de la vida salvaje del planeta. Permiten a los científicos estudiar de cerca a los animales de una forma que para algunas especies sería imposible en la naturaleza. Y la cría con fines de conservación en los zoológicos ha salvado a algunas especies de la extinción: la primera fue el órix árabe, cazado hasta la extinción en su hábitat natural en 1972, pero reintroducido en el desierto de Omán gracias a un programa de cría iniciado en el zoo de Phoenix, en Arizona.
Además, zoológicos como el de Chester aportan mucho dinero a la conservación, afirma Brayshaw. Uno de los mayores zoológicos del Reino Unido, con más de 27.000 animales de 500 especies diferentes de plantas y animales, recibe unos dos millones de visitantes al año. La venta de entradas, el gasto de los visitantes y las cuotas de los socios representan el 97% de los ingresos anuales del zoo.
Como organización sin ánimo de lucro, todo ello se destina a financiar el zoo, su personal y sus esfuerzos de conservación. Según el informe anual de 2021, ese año se gastaron unos 21 millones de libras (US$ 25 millones) en conservación, el 46% de los ingresos, y en 2022 (cuyo informe aún no se ha publicado) la cifra ascendió a 25 millones de libras (US$ 30 millones).
“Somos afortunados. Somos un gran zoo con buenos ingresos que puede dedicar recursos (a la conservación), y somos eficaces haciéndolo”, dice Brayshaw.
Para Jon Paul Rodriguez, presidente de la Comisión de Supervivencia de Especies de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, el distintivo de un buen zoo es aquel que marca la diferencia en la supervivencia de las especies en la naturaleza; que no se limita a criar animales para atraer más visitantes, sino que está motivado para protegerlos en su hábitat nativo. En su opinión, el zoo de Chester cumple estos criterios.
“En última instancia, lo que todos buscamos es una especie que viva en libertad y desempeñe su función ecológica”, afirma. Habrá casos en los que el hábitat se restaure lo suficiente para que las especies regresen; habrá otros en los que las especies se reintroduzcan en nuevos hábitats; y también habrá casos en los que las especies queden atrapadas en cautividad a perpetuidad, afirma. “Pero si no tenemos esas poblaciones ‘de seguridad’, no hay ninguna esperanza”.